Es muy difícil describir la apariencia de un hada. Ellas viven en un mundo paralelo al nuestro y, según cuentan algunas personas que dicen poder notar su presencia, tenemos la certeza de que están en las cosas cotidianas que nos suceden cuando dan una clave misteriosa en nuestros oídos, como una melodía, como un murmullo. Otra forma de percibirlas es cuando recibimos la fuerza de un perfume que se apodera de nosotros, nos envuelve, nos penetra como un halo de fragancia indescriptible.
Estas cualidades comunes al mundo angelical pueden confundirnos y no saber discernir si estamos en la presencia de un ángel o de un hada.
Sólo cuando percibimos sus formas podemos diferenciarlos, dado que los primeros (todo ello, insisto, según algunas personas que dicen estar dotadas de cualidades especiales) adoptan formas leves pero con vestimentas más corpóreas; en el caso de las hadas las visiones de sus ropajes tienen una marcada diferencia: se presentan ataviadas y cubiertas por gasas, muselinas, casi transparentes con colores traslúcidos ocupando espacios fluidos y sus cuerpos gráciles son esbeltos y femeninos con manos alargadas, pies pequeños, torso estilizado, irisados cabellos que caen cubiertos por velos transparentes; algunas de ellas tienen su cabeza cubierta por un sombrero cónico muy parecido al de los magos y como ellos también utilizan varas mágicas con las que producen sus fenómenos.
Podemos creer en los ángeles y en las hadas según nuestra capacidad de aceptación; debido a lo sutil del tema, cuando a una persona le hablan de hadas, en realidad lo que piensa o analiza es la respuesta automática y mental de los cuentos de hadas.
¿Cuales son sus dominios? Por los mitos recibidos a través de las historias contadas a los niños, deducimos que un mundo de amor. Muchas personas desean creer fervientemente en la existencia de las hadas; sobre todo los seres más pequeños que tienen un recuerdo especial de sus sueños.
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